Nunca duermas con extraños
Habían pasado cuatro años desde que Jon Stuart contempló cómo su esposa perecía de una forma espantosa al precipitarse por el balcón de su residencia escocesa. Aunque la justicia dictaminó en su día que la muerte de Cassandra Stuart había sido accidental, todos sospecharon de él. Por fin, después de perder amistades y ver empañado su buen nombre durante años, Jon se había propuesto demostrar que la muerte de Cassandra no había sido accidental... sino provocada.
Para llevar a cabo su peligroso plan, Jon había reunido a los principales sospechosos en el escenario del crimen. Allí, en el castillo de sus antepasados, el pasado chocó con el presente, los antiguos amantes volvían a encontrarse... y el asesino tramaba otro crimen perfecto.
Los colores del asesino
Chloe Marin podía considerarse una mujer afortunada. Solo era una adolescente cuando la mansión de la playa en la que se encontraba con unos amigos quedó reducida a un baño de sangre. Según las autoridades, los asesinos fueron hallados muertos más tarde en el manglar, pero Chloe no terminaba de estar convencida de ello.
Diez años después, siendo ya una psicóloga a la que la policía consultaba con regularidad, se vio envuelta en el caso de la desaparición de una joven modelo. Todo el mundo daba por sentado que se había escapado con alguien para disfrutar de la vida, todos menos Chloe, que había empezado a recibir la visita del fantasma de la joven.
Alguien más se estaba interesando por la suerte de la modelo: Luke Cane, un investigador privado que estaba indagando en la desaparición por cuenta del padre de la chica. Chloe y Luke no confiaban demasiado el uno en el otro, aunque sí eran conscientes de que había una innegable atracción entre ellos.
Pero una segunda masacre empezó a convencer a Chloe de que su presencia ya no podía ser una mera coincidencia...