Intrigante, enigmĂĄtica, imposible de abandonar.
«Hace ya dos semanas que no sĂ© nada del Inquisidor. Aunque tambiĂ©n podrĂa decir que en realidad hace cinco meses, el tiempo que ha transcurrido desde que me lo tropecĂ© por vez primera, que no sĂ© nada de Ă©l. Nunca vi su rostro, ni oĂ su voz. No podrĂa asegurar que es un hombre, ni siquiera que exista, en la forma en que convencionalmente existen las personas. Y sin embargo, haberlo perdido, el solo pensamiento de que asĂ sea, convierte mi existencia convencionalmente irrefutable en algo inerte y sin objeto. En estos cinco meses, descubro ahora, me habĂa habituado a ser para Ă©l. El viejo y pueril error que hace años, cuando el primer descalabro, me jurĂ© que la hija de mi madre jamĂĄs se volverĂa a permitir.»
Una historiadora se encuentra en la web un blog, titulado Cuaderno del Inquisidor, que le llama la atenciĂłn. Ella ha centrado su tesis doctoral en el estudio del Tribunal del Santo Oficio en la España del siglo XVII, por lo que el apelativo del «Inquisidor» despierta enseguida su interĂ©s. El diario digital de este inquisidor refleja a un hombre atormentado que relata que ha tenido parte en unos polĂ©micos sucesos ocurridos en un convento español en el siglo XVII, cuando se acusa a las monjas y a su confesor de herejĂa. Ăl es el encargado de los interrogatorios a los acusados.
Pero ¿quién hay detrås de este inquisidor que cuelga su bitåcora en la red? ¿Qué significa este diario? ¿Utiliza el proceso de unas pobres monjas y su confesor a modo de expiación de una culpa que es incapaz de afrontar?