Norvey Echeverry Orozco mirĂł el mundo en que se habĂa criado y sus ojos de periodista le mostraron la guerra que antes aparecĂa, deformada, en las noticias. Se lanzĂł de lleno a las historias y de entre todas las que encontrĂł seleccionĂł para este primer libro la de una maestra rural que se hace madre mientras la muerte campea en cada uno de los territorios a los que huye, la de un campesino al que estuvieron a punto de asesinar para hacerlo pasar por lo que no era, la de un jovencito que persiste en estudiar a pesar de los violentos y la de otro jovencito cuya madre es asesinada por vender drogas. Los agentes de todas esas violencias se repiten aquĂ como se repiten en la turbulenta historia de Colombia que la generaciĂłn de Norvey no habrĂa debido vivir: la guerrilla, los paramilitares, los narcos, el Estado.
En estas pĂĄginas estĂĄ el paĂs. Esperemos que el libro llegue a las bibliotecas, pero, sobre todo, que llegue a muchos lectores. Yo me quedo con la imagen de cada uno de los personajes en sus momentos de inocencia, a salvo en sus casas, amenazados en sus casas. Cada uno de ellos mira las montañas, las hermosas montañas donde la vida florece a pesar de la terrible historia de Colombia. Alrededor de cada casa hay un cerco, un perĂmetro de seguridad. Del otro lado del cerco estĂĄ la guerra.
CĂ©sar Alzate Vargas