Una novela en la que afloran con suma delicadeza los sentimientos esenciales del ser humano: la nostalgia, el amor, los sueños, etc.
El Café de la Luna se ubica en lo que fue una casa de citas en la antigua Barcino para convertirse en el medievo en una casa señorial donde su propietario, un tal Monforte, vivió una apasionada historia de amor con su estimada Medea. Ahora, convertido en café por Miranda, la que fue amante de un adinerado señorito de la zona alta de la ciudad del que obtuvo un dinero, tras chantajearle con delatar su infidelidad. Por ese café pasan, para desayunar o tomar un aperitivo, unos cuantos personajes derrotados: Demetrio, el florista de las Ramblas; Libio Sanjuán, el escritor; Berenice, la joven
colombiana; Pablo, que abandonó a la familia por el sueño de ser actor; Manuela, apodada Nela, que fue artista de varietés, y finalmente, Clara, la chica que se siente desgraciada por falta de amor. Con una atmósfera palpable, la autora estructura la narración en ocho relatos, creando el atractivo engaño de aparentar historias independientes cuando en realidad se interrelacionan entre ellas y tienen, además, como nexo común, el Café de la Luna.