Realidad, imaginaciĂłn, sensibilidad, sentimiento y reflexiĂłn: Elipse de los tiempos, muestra el avance de la poesĂa de Pedro Sevylla de Juana, desplegando todo el espectro de su robusto y variado cromatismo. La concepciĂłn del Universo del que forma parte como animal poĂ©tico, es el punto de partida de su rico ideario. El ser humano, en este su vigĂ©simo primer libro, se hace nexo de uniĂłn con el cosmos interrogado e interrogante. Traducciones a otros idiomas ayudan a universalizar su poesĂa.Ignora Pedro Sevylla, si quien le hizo el regalo fue BĂ©cquer. O empezĂł a escribir movido por Machado, Lorca, DarĂo, Vallejo y Neruda; tan distintos y tan suyos. O por Juan RamĂłn, atrincherado en la pureza esencial. Aunque puede que el mĂ©rito fuera de Miguel HernĂĄndez, y de la vida que le ahogĂł el corazĂłn al respirar tierra hĂșmeda y germinada. O de GĂłngora, portador de la belleza en fardos sobre el hombro. Lo ignora, porque la poesĂa le llegĂł muy de mañana. Asperjaban esplendor sus ojos sobre la amanecida, cuando los extraños se metieron en sus versos: Tagore, Elitis, Maiakovski, Byron, Yeats, Witman, Eliot, Blake, Martinson, Ekelöff y Lundkvist; acompañados de Apolinaire, Rimbaud, Pessoa, Baudelaire, la Kazakova, la Wine y Leopardi. Contribuyeron todos, acaso, a que sus poemas sean como son; pero la poesĂa estaba ya en la vida destapada a derecha e izquierda, a ras de suelo o en lo alto.PletĂłricas y encogidas, descubriĂł a las personas en el espejo, en la escuela, en el internado, en la calle, en los trabajos y en los viajes. Fue entonces cuando su poesĂa se puso al servicio del hombre: tierna y desgarrada. Los seis mil versos que componen Elipse de los Tiempos son el resultado de todo lo vivido, de todo lo leĂdo, de todo lo escrito.