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Esperaba por ti

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Esperaba por ti:

"—Señor cura…

—No terminé. Tienes treinta y siete años. Tu vida no acabó, empieza ahora. O al menos debe empezar.

—Padre…, ¿qué le parece si dejamos esto? —se puso en pie—. No me vaya a salir usted con el cuento de las dos viejas solteronas.

—No creas —rio el sacerdote acompañándolo hasta la puerta—. A veces pienso que esas dos solteronas son lo bastante inteligentes para ver lo que yo veo y lo que ven todos en el pueblo. Tu gran soledad pese a estar tan acompañado.

—Escuche, padre —dijo ya llegando al quicio de la puerta—. Tengo más de lo que un hombre puede ambicionar. Tengo una hija, un hijo, una hacienda rica, criados a mi servicio, salud y fortaleza. No creo que se pueda pedir más.

—¿Y amor?"