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Huelga de hambre a Dios

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Hubo un grito vital al nacer que permitiĂł abrir nuestros pulmones para que el aire se precipitara en ellos, fue el grito primal que nos salvĂł de ahogarnos. AsĂ­, el ser humano, para vivir, tiene como necesidad suprema el alimentar el hambre de ese grito inaugural del instinto: 'AsĂ­ fue que seguĂ­ mi instinto', nos comparte el autor de Huelga de Hambre a Dios. Sucede, a veces, que del hambre se hace huelga para excavar y vaciarse de uno mismo. AquĂ­ el grito se vuelve mudo para que el instinto se transfigure en carne espiritual y el ser humano se alimente 'con el Pan del Cielo vivo': porque como el humano estĂĄ hambriento de Absoluto, asĂ­ Dios estĂĄ hambriento de seres que dejen encarnar su alma en esta tierra de grito y gracia.