El sol se pone en la autovĂa del Norte mientras Nathalie huye de Madrid. Huye de una relaciĂłn asfixiante con un hombre celoso y autoritario. De una casa a la que nunca pudo llamar hogar porque es como una herida abierta que le recuerda todos los dĂas que su vida es un fracaso, tal y como atestigua su historial de trabajos precarios, y como evidencian los lienzos y el material de pintura olvidados en uno de los cuartos. TambiĂ©n huye de la incomprensible muerte de su hijo Gabriel, de la pena por perderlo, de la frustraciĂłn por no poder ayudarlo y de la rabia por no haberlo protegido. AsĂ comienza la historia de Nathalie el dĂa que decide salir de la parĂĄlisis en la que vive y recuperar su vida.
Por el camino a los infiernos, Nathalie se ha dejado los sueños y aspiraciones de la infancia. Excluida de su propia vida, siempre ha actuado segĂșn los deseos y las expectativas de los demĂĄs. Siempre viviendo en segundo plano. Hasta que nace Gabriel. Con Ă©l, Nathalie construye una burbuja que actĂșa de escudo y refugio, y en la que puede sentir, de vez en cuando, fogonazos de felicidad.
En La cascada, la escritura de Blanca Gago es de una belleza absoluta. Con una prosa delicada, aparentemente sencilla y libre de artificios nos narra una historia terrible, pero cautivadora, que consigue remover muchas de las convicciones que se tienen sobre la maternidad y la vida en pareja, sobre los sacrificios que conllevan, y sobre nuestra capacidad de resiliencia.