Desde pequeños nos inculcan cómo debe ser la vida adulta: encontrar una pareja, casarnos, tener hijos, formar una familia de apariencia perfecta, ser felices siempre y comer perdices. Pero esa no es la realidad, dejémonos de cuentos de princesas y príncipes. La realidad es que cada vida es diferente, cada persona es única y cada una de las personas tiene derecho a soñar el futuro como quiera, sin ser juzgada ni señalada por ello, ¿o acaso es una obligación tener hijos? ¿O casarse? Cuántas veces hemos escuchado esa dichosa e inadecuada pregunta: «¿Quieres tener hijos?», seguida de una cara de asombro si la respuesta es «no».
En esta novela, la protagonista también sueña con un cuento de hadas, pero su camino tiene otras direcciones muy diferente, aquellas que están más en armonía con su forma de ser, aquellas que de verdad le harán feliz en su intimidad y no solo delante de la gente.