El diablo quiso ser Dios, yo lo he conseguido
Si en el mundo de los ciegos el tuerto es el rey, en este mundo de locos en el que vivimos, ¿no lo sería el psicópata? El deterioro de la moralidad de la gran ciudad, sus frías calles sin escrúpulos, la decrepitud de la humanidad, la falta de corazón, y Ánibas Raven, desnudo en la terraza de su ático, observa con asco a las hormigas que se hacen llamar personas mientras habla con las voces de su cabeza y espera a que todo empiece a girar en el momento en el que lo internen en el psiquiátrico. Todo hijo de vecino sabe vengarse, pero únicamente él lo hace como un dios vengativo. Un psiquiátrico, una ciudad, un policía que no se da por vencido y el heredero de la fortuna más importante de la ciudad: Ánibas Raven. Únicamente Dios pudo crear a un hombre así, únicamente el mismísimo Diablo pudo ser su maestro.