Esta propuesta pone un arsenal de ideas y herramientas al servicio de hispanohablantes y extranjeros que aspiren a mejorar sus competencias en lengua castellana. Gracias al latín el castellano translitera el griego y nos dota de étimos y afijos, raíces vivas de nuestra lengua y notoriamente visibles en las definiciones lexicográficas que ofrece la RAE y que esta obra resignifica. Ortografía confirma que una vez adquirida desde la infancia la competencia oral y acústica de una lengua, la mayor dificultad del hablante es poner en palabras su pensamiento y en aprehender las ideas de otros a partir de la palabra oída y escrita, así como sus agregados simbólicos, emocionales y de doble sentido.
La ortografía castellana contribuye a resolver los inevitables conflictos del hablante al activar sus competencias lectoescritoras, orales y oidoras, mediante normas que, a veces, contradicen la lógica general, como sucede con la acentuación, las desinencias de verbos irregulares y con irregularidades propias, y el uso de los signos de puntuación, las nominaciones, abreviaturas y otras aplicaciones.