Por eso fui a buscarte:
"—Ocurrió igual cuando me casé. Supongo que no lo habrás olvidado. Hablas de mí y me haces ver, o lo pretendes, mis errores. Yo me pregunto por qué no ves los tuyos. Jack Scott no es hombre negocios de papá. Cuánto mejor hubiese sido que entrase en la sección administrativa. Hoy tendría labrado un porvenir. ¿Y qué hace? Se da la gran vida, te pone en evidencia, y lo que es peor, tienes que mantener tú el rango en que vives.
—Por favor…, cállate.
—Y encima—siguió, impertérrita—, se da humos de gran señor y asiste a tertulias literarias y se pasa la vida entre esa gente bohemia que nunca sabe a ciencia cierta lo que quiere. Y ahora, para mayor escándalo, te abandona.
—Te equivocas, Pía—apuntó muy serena en apariencia—. Brent me ama y no pensó jamás abandonarme."