Cuando caminamos por este mundo desconocemos la realidad que se mueve alrededor de nosotros y no fluimos con nuestra mayor autenticidad, que es conocer al Creador, conocer sus pensamientos y sus deseos; por esa causa erramos en muchas de nuestras decisiones. El Espíritu Santo es el que nos guía a toda convicción. Su palabra es primordial, al igual que tener intimidad con Él para llegar a lo más profundo del corazón del Padre y de su Hijo Jesucristo.