Las heridas infantiles no son un destino.
Prisioneros del pasado, de Patricia Faur, propone que dejemos de leer el ayer como destino, que nos liberemos de calificaciones y clasificaciones que nos atrapan, encierran y estigmatizan. La autora ilumina la cita de Jean-Paul Sartre: "Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros" y, a partir de su experiencia como te-rapeuta explica cómo, aunque provengamos de familias tóxicas, en las que hubo abandonos, descuidos, violencia, locura o abusos hacia los hijos, o secretos profundos y considerables, es posible reescribir la historia personal.
No se puede cambiar esa historia, pero sí se puede cambiar la forma de percibirla y de contarla; dejar atrás las peleas estériles que nos anclan en el lugar de niños sufrientes nos da la posibilidad de construir una vida llena de amor y de felicidad: ser artífices de nuestro destino. Lo mismo sucede con las rupturas amorosas: si sufrimos en una relación y nos cuesta ponerle fin o no podemos superar un abandono, salir del lugar de la víctima nos ayudará a hacer el duelo, a comprender y a darnos una nueva oportunidad.
De ese modo lograremos hacer algo bello con "lo que hicieron de nosotros". Un verdadero desafío vital.