Una historia sobre el amor y la amistad. Pero, sobre todo, de los límites que estamos dispuestos a cruzar y de aquellos que sería conveniente no cruzar jamás.
Sobre la mesa de la cocina hay un manuscrito. Cuando Martín llegue a casa tras salir del trabajo y lo vea allí, deberá decidir si hace caso al epígrafe que aparece en la primera de esas páginas a modo de indicación: LÉEME. Él todavía no lo sabe, pero si lo hace, encontrará en esas líneas las respuestas a un montón de preguntas que se ha hecho o que se está haciendo, a las que se hará y las que hubiese preferido no hacerse. Y, si decide leerlo, si finalmente hace caso a una indicación precisa en un momento inusitado, es muy probable que, al llegar a la palabra FIN, su vida haya cambiado para siempre.
Porque en esas páginas, que son también las que el lector tiene ahora entre sus manos, su novia le hace la más sorprendente de las confesiones: en sus vidas razonablemente felices, llenas de amigos intelectuales, gin-tonics y muebles de diseño, ha tenido lugar el más absurdo y atroz de los sucesos.
«Llegarás y no estaré. Cuando veas estas páginas sobre la mesa de la cocina sé que no repararás en ellas. Dejarás las llaves y las monedas de tus bolsillos en el cuenco de madera. El móvil, sobre la encimera. Echarás un vistazo por encima a la correspondencia (un paquete de una editorial, dos cartas del banco, un folleto publicitario), te aflojarás el nudo de la corbata y luego irás hasta la habitación para dejar con cuidado el abrigo en el armario. Te quitarás los zapatos. Volverás descalzo sobre tus pasos, abrirás la nevera y cogerás una cerveza. Entonces, al girarte, mientras das ese primer trago, será cuando las veas. Te extrañará. No suelo dejar papeles en la cocina. Dudarás si leerlas, por si es algo que no te incumbe. Quizá sean las galeradas del libro de algún amigo que acabo de recibir para que les eche un vistazo, o parte del que yo estoy escribiendo y he impreso porque sabes que me gusta leerlo en papel, que hasta que no lo veo así no estoy segura de si funciona. Será entonces cuando te fijes en la palabra "LÉEME" de la primera página y te acordarás de Alicia».
«Una novela que comparte la inocencia mentolada de los pinos de Bonjour tristesse y el humor cinematográfico y posmoderno de El diario de Bridget Jones».
MARÍA JOSÉ SOLANO, cofundadora de Zenda y columnista cultural
"Todo va a salir mal -lo sabemos desde la primera página-, deliciosamente mal. Argudo es un huracán en la columna de opinión, pero en la novela se desboca, tragicómica y vengativa, exagerada como la risa de quien ve un puente derrumbarse. Argudo no se cree Proust, por eso no cuenta su desayuno. Cuenta el nuestro. Un thriller delirante, como el gazpacho de Rossy de Palma, al borde de un ataque de nervios".
Karina Sainz Borgo, escritora y periodista
"Rebeca Argudo ha escrito mil novelas en una, y eso, que es admirable, se vuelve sublime porque fondo y forma confluyen magistralmente en un relato que te atrapa en una enredadera emocional de la que es imposible salir. Ni falta que hace".
Agustín Pery, escritor y director adjunto de ABC