En una sociedad que fomenta el individualismo
y la separación de todo
aquello que nos es familiar, Chus
Fernández nos entrega un canto a
la compañía de los seres queridos. Desde la
experiencia de la extranjería nos abre un camino
por el que constatar el verdadero suelo
del mundo: los vínculos. Frente al aislamiento
y al frío se quita la máscara de la autosuficiencia,
se borra de este mundo para construirse
desde la desaparición, repasando los
lazos y los nudos que nos mantienen unidos,
que nos sostienen. Ese lugar donde estar que
busca el protagonista de este poemario acaba
siendo, más que un lugar físico, el lugar
de los afectos