Pobres niños y niñas, se les regañaba por todo lo que una personita a su edad debería ser, es decir: un niño o niña. Un ser a cuidar sin llegar al extremo de ser autoritarios, a respetar como individuo, a gozar de la paz y serenidad de sus años inocentes, a dejarlo ser y a guiarles por el camino de la libertad.Pero en ese país, todos los adultos parecían confabulados en destruir a los menores, a romperles el espíritu de su niñez.