A los cuarenta y dos años Bonifaz Vogel empezó a oÃr una voz. La voz que venÃa de la tierra. Isaac Dresner corrÃa, desviándose del destino que silbaba a su lado. Dobló varias esquinas, dejando atrás al soldado, y entró en la tienda de pájaros de Bonifaz Vogel. Su padre, unos años antes, habÃa construido un sótano en la tienda. Isaac lo habÃa acompañado y habÃa visto crecer aquel espacio oscuro debajo de la tierra. Jadeante, entró —sin que se percatara Bonifaz Vogel— como el agua en un colador. Bonifaz Vogel, sentado en su silla de rejilla, afinó el oÃdo. OÃa voces. Fue en ese momento cuando empezó a oÃr voces. Y aquà empieza la historia de Isaac Dresner y Bonifaz Vogel, y de las personas que encontraron, de las vidas que tuvieron y de las que dejaron atrás.