El pesimismo supino que destilaban era una profunda amargura acumulada que los había cegado y los vedaba a percibir las permutaciones para encontrar todas las dimensiones de lo bello. Un economista con vocación redentora de su país; el director de la sinfónica quemando accidentalmente el manuscrito de su principal obra; un escritor no ha podido escribir su mejor novela; y un historiador que relata la trama. Las erupciones del volcán son la manera abrupta con la cual, la tierra expresa un dolor o una pasión. Los volcanes y la actividad sísmica se manifiestan como las personas. Como los escritores, quienes, sin opción, son empujados por traumas de lo más interior del alma para escribir y así armarse con emblemas que ni el olvido ni el tiempo logran extinguir. Nuestros escritos tienen el poder de los sortilegios y los conjuros.
¡Los hechos se desbocan porque nuestras palabras parecen haberlos provocado!