Anna y Oliver se habían casado muy enamorados, pero solo habían pasado seis meses desde su boda y su matrimonio estaba a punto de romperse. Oliver había cometido un terrible error que había hecho que su mujer dejara de confiar en él. Aun así, estaba convencido de que si volvía a seducirla conseguiría que lo perdonara.
Anna deseaba a Oliver, pero intentaba resistirse. Quería que él se diera cuenta de que, a pesar de que su vida sexual era maravillosa, ella necesitaba algo más que un buen cuerpo, necesitaba estar segura de los sentimientos de su marido.