No es ninguna novedad afirmar que lo que solemos llamar realidad es mucho más sorprendente, pródiga y hasta más truculenta que la ficción. Pero, ¿cuál realidad? Si al nombrarla nos referimos al estado de vigilia, es difícil acordar que es aquello que todos percibimos y cómo la percibe cada quien. ¿Acaso no son los sueños esa misma realidad u otra realidad como un río que corre paralelo a otro?
Más que en esos ríos puede pensarse en dos (¿o más?) caminos que en algunos puntos se cruzan o se entrelazan como las culebras del caduceo. Por eso, al darle un título general a tres narraciones de tramas disímiles, pareciera a primera vista un despropósito muy rebuscado.
Desde otra vigilia no solo alude a no pocas confluencias narrativas, anímicas y de postura personal de los personajes de esas tres narraciones, sino también de quién se propuso escribirlas. ¿Y cuál es esa otra vigilia? Sí, es otra, quizás tan antigua como el desconocido momento en que la primera palabra nominó lo que se veía o se creía ver en la vigilia o en un sueño, o donde ambos se confunden.