Jesse había madurado mucho. Con empleo fijo y un niño de cuatro años lleno de vida, llamado Gabe, su situación era mucho mejor que cuando se había marchado de Seattle cinco años atrás, embarazada e incomprendida por todo el mundo. Había llegado el momento de volver a casa y de enfrentarse a sus demonios. Sin embargo, sus hermanas, Claire y Nicole, no se quedaron exactamente impresionadas al ver a la nueva y mejorada Jesse.
Y también estaba Matt, el padre de Gabe, que le dejó bien claro que no quería verla más, pese al deseo que todavía ardía entre ellos. Jesse no sabía si lograría enmendar todos los errores del pasado, pero la promesa de las noches dulces con Matt podía proporcionarle el incentivo que necesitaba para intentarlo…