Pack 364
Amor sin freno
Mary Daniels no permitía que nada se interpusiese en su trabajo, que consistía en adquirir objetos únicos para su adinerado jefe. Pero aquel obstáculo en particular –grande, de músculos firmes y descaradamente masculino– era imposible de ignorar. Atrapada en un coche con Brodie Crews durante horas en el trayecto hacia su próximo encargo, Mary percibía que su armadura empezaba a resquebrajarse.
Un viaje inolvidable
Ronnie Ashford necesitaba una distracción. A la mañana siguiente tenía que ofrecerle un trabajo a Jack Crews, pero, a la vez, quería convencerlo de que no lo aceptara. Ella no necesitaba la ayuda de nadie.
Aquella noche en un bar conoció a un tipo alto y sexy y pensó en todos los deliciosos problemas en los que podrían meterse juntos. Fue una pena que, cuando las cosas se estaban poniendo interesantes entre ellos, él le susurrara cuatro palabras que lo echaron todo a perder: «Me llamo Jack Crews».
Jack estaba empeñado en conectar con la feroz Ronnie Ashford, y no solo en la cama, pero ella impuso unas condiciones muy claras: si aceptaba el trabajo, que consistía en acompañarla a cerrar las transacciones de objetos extraños que adquirían sus misteriosos jefes, no podría haber nada entre ellos. Él tenía que arreglárselas para convencer a aquella mujer de que su sitio estaba junto a él.
Y, con un peligro que los acechaba y que era incluso más grande e intenso que el fuego que ardía entre ellos, su viaje iba a ser inolvidable…
Un acuerdo perfecto
Lo último que Olivia Anderson quería era un marido... y un hijo. Lo único que deseaba era una o dos noches de pasión.
Tony Austin no quería una esposa, pero estaba loco por tener un hijo. Lo único que necesitaba era una mujer que tuviera un hijo suyo y luego desapareciera de su vida.
Podría ser el acuerdo perfecto, pero no siempre los planes salen bien...