Así como las fracturas en el cuerpo pueden sanar, así también las fracturas dentro de la Iglesia deberían sanar, y esto es responsabilidad de cada uno de los que la integran.
Es más fuerte lo que une a los creyentes y a las diferentes iglesias que lo que las separa. Jesús es el bálsamo para esas heridas y fracturas. Sirva este libro para la reflexión sobre la oración de Jesús «para que el mundo crea que tú me has enviado» (cf Jn 17.21)
Los puentes unen, los muros separan. ¿Eres más puente o eres más un muro con los demás?
«En el mundo de hoy, el cristianismo solo se verá creíble si se presenta en una diversidad verdaderamente reconciliada»
Hans Küng