Inquietudes:
"—Dice en la carta —apuntó Bernardina— que vayamos a esperarlo a la estación.
—Es muy gracioso —rezongó Petra—. Por mi parte no andaré por esos caminos a estas horas. —Consultó el reloj—. Son las diez y media de la noche. He de guardar las apariencias y librarme del qué dirán. He dicho.
—Muy bien. ¿Qué solución has encontrado tú, Bernardina? —preguntó Leonor.
—Hablarle claro.
—Me parece muy bien. ¿Quién le hablará?
Una a una fueron mirando a Esteban. Este carraspeó, movió su barbilla de chivo y se caló los lentes. La peor parte siempre se la daban a él.
Esperó.
—Sà —dijo la esposa—. Será mejor que cuando llegue, le hables tú, Esteban. Como jefe de familia…"