Frente al reduccionismo científico, los autores defienden la importancia del vínculo con los otros —aquello que nos convirtió en seres humanos— para entender el sufrimiento mental excesivo.
En salud mental predomina en la actualidad un enfoque muy simple: todo malestar es una enfermedad orgánica y genética, todo radica en el funcionamiento de la máquina cerebral y a toda enfermedad le corresponde un diagnóstico objetivo y un tratamiento medicamentoso. Se estudian y se tratan los trastornos mentales sin tener en cuenta ni la mente ni la sociedad.
Este ensayo insiste en la importancia de los vínculos para entender mejor por qué algunas personas sufren en demasía y hacen sufrir también excesivamente a sus hijos, por lo que comprometen su salud mental. No podemos evitar el sufrimiento humano, pero sí intentar que la vida sea lo mejor posible y que nuestros pequeños crezcan en las condiciones necesarias para poder disfrutarla.