En Al pan, pan, y al vino vino 2¸ el ingeniero Toribio Tulestilio Avendaño Salas nos revela su experiencia como ateo y sus dificultades para salirse de la llamada haraganería espiritual o ideología marxista, leninista, maoísta, en la que estuvo inserto como consecuencia de la falta de enseñanza oportuna de las virtudes de Dios.
Cuenta su experiencia con la tabla de ouija y la ceremonia del juego de la copa, a partir de las cuales empieza a concebir la existencia de seres espirituales.
Luego argumenta, con una multiplicidad de ideas y ejemplos científicos, la existencia de Dios como el ser supremo por quien hemos sido creados y por quien existe el universo y todos sus seres. También nos enseña cómo los malos servidores, carentes de fuerza de voluntad, quedan atrapados en el infierno de la infelicidad o mal sentir por no acatar las leyes divinas; y, por el contrario, quienes lo siguen y practican sus normas conocen el cielo, la felicidad o el buen sentir.
En este sentido, Dios nos pone a prueba todos los días y como el creador de todo origen, también será él quien decida si habrá un fin del mundo y cuándo.