El acaudalado maestro constructor Ariel Horus âdemiurgo y alma de un rascacielos inacabadoâ lleva treinta años mirando la ciudad sentado en el hombro de su gigante. Despreciando a la humanidad con la voluntad de un dios aburrido, seguido por el cordial contador DiĂłgenes Mayorga, presa de los caprichos del pintor SebastiĂĄn HenrĂquez Escudo o sitiado por la sensualidad de Fabiana Serra, el maestro constructor recorre los interminables pisos de lo que algĂșn dĂa serĂĄ el gran Hotel de la Ciudad. Mientras tanto, añade nuevas funciones y espacios al Ășnico proyecto que pueda redimirlo.
Viajando en el antiguo elevador, el maestro constructor incuba el cuerpo de su criatura en los rincones de una obra que es nación en sà misma y cuyos huéspedes son la basura, los muebles recogidos en la calle, ciertos animales y el rencor que los años acumulan. He aquà una quimera arquitectónica en permanente obra negra, amenzada por el caos y también por la ciudad que acecha.
En Armadura para un hombre solo, Pablo Raphael descubre que el inframundo tiene su espejo en el aire y que la caĂda siempre termina por convertirnos en una colecciĂłn de objetos, es la materia con que estĂĄ hecha la memoria. En definitiva, lo que tenemos en las manos es una novela notable, capaz de honrar la miseria que nos forma.