Palabras del Che, como: "Degollaré a todos mis enemigos",
"el revolucionario debe ser una máquina de matar",
"y no me temblaría el pulso para ser yo mísmo, el que ejecutase a los sentenciados a la Mayor Pena", culminando con las palabras: "fusilamientos sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando", en 1964, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, han sido objeto de diversas interpretaciones acerca de la patología mental de Ernesto Guevara.
El excelente ensayo enfoca las acusaciones en contra de Ernesto Guevara, quien en los tiempos posteriores a la victoria del movimiento M-26, liderado por Fidel Castro en Cuba, fue presidente de los tribunales revolucionarios, en los cuales supuestamente solo se juzgaron a los colaboradores del régimen despótico de Fulgencio Batista. Impresiona el ensayo por la convincente argumentación del autor, el cual afirma que Ernesto Guevara, a pesar de haber firmado las condenas de pena capital de un contradictorio numero de personas, no era un sanguinario sin piedad.