El beso”, de Antón Chéjov, es un cuento breve que encierra una poderosa reflexión sobre el deseo, la imaginación y la búsqueda de sentido. El protagonista, Riabóvich, es un joven teniente tímido, invisible para los demás y para sí mismo. Durante una visita a la casa de un general, se pierde brevemente y entra por error en una habitación oscura, donde una mujer lo confunde con otro hombre y le da un beso en la mejilla. Ese acto, completamente accidental, provoca en él una transformación silenciosa. Por primera vez en mucho tiempo, se siente visto, deseado, vivo.
Este hecho, mínimo en apariencia, se convierte en el centro de su mundo interior. Comienza a fantasear con quién podría haber sido ella, qué clase de vida tendría si se atreviera a salir de su rutina, si pudiera ser otro. No es el beso lo que importa, sino lo que despierta: una vida no vivida, una posibilidad apenas sugerida.
Desde una mirada de autoayuda, “El beso” nos recuerda cómo incluso una experiencia trivial puede tocar nuestro interior y abrir una puerta. También nos advierte: si no actuamos ante los impulsos del alma, regresaremos a la inercia de siempre. Riabóvich no busca a la mujer, no cambia su camino. Se resigna.
¿Cuántas veces hemos dejado pasar un momento que podría habernos transformado? ¿Cuántas veces el miedo nos ha devuelto a lo conocido, aunque nos duela?
“El beso” es un llamado suave pero firme: a despertar, a actuar, a no dejar que el alma se duerma sin haber vivido. Porque a veces, un instante basta para recordar lo que verdaderamente anhelamos.”
🧘♂️ Frase para meditar:
“A veces, no necesitamos una gran historia, solo un pequeño impulso que nos recuerde que aún estamos vivos.”