Irma nació en un humilde hogar de Sajonia. Creció con la ambición de acumular saberes, cuando menos, los mismos que su maestro de escuela. Muy pronto se dio cuenta de que para salir de la pobreza había que estudiar mucho y tener metas. No quiso ser como su madre, que se conformaba con su vida, ni ser tan depresiva como su padre, que llevaba los papeles y cuentas de la estación de Olbernhau.
El destino la confrontó con duras pruebas en Chemnitz, que hicieron que huyera a Leipzig. Allí conoció a una mujer muy importante que le abrió el camino hacia la universidad y a los mejores valores de la República de Weimar, justo cuando la libertad se truncó con la subida de Hitler al poder.
El amor y la situación del país la empujaron al momento más oscuro de su vida. Recuperada, volvió a su profesión en el hospital universitario y llegó a Hamburgo, donde la esperaba la Segunda Guerra Mundial con su Operación Gomorra.
Las ciudades de Irma refleja los años veinte, treinta y comienzo de los cuarenta de una Alemania entre crimen y castigo político, de manera sencilla y comprensible, tal como es su protagonista.