Esta obra es un fiel relato de uno de aquellos sacerdotes exiliado en Francia, desde donde contempla con impotencia cómo sus hermanos de religión, aquellos que ven en Franco "El enviado de Dios", los que se creían los defensores de la religión, los salvadores de la patria contra los rojos criminales, los sin Dios, no concebían que enfrente tuviesen enemigos con capellanes, donde las iglesias estaban abiertas y donde se respetaba la religión, los mismos que condenaban y mandaban fusilar a aquellos sacerdotes cuyo único delito había sido estar al lado del desvalido. Esta obra es el diario de uno de estos servidores de Dios, que murió en Francia pero dejó un fiel testimonio de las actuaciones que muchos obispos y cardenales ejercieron en el nombre de la "Santa Cruzada".