'Cuando vayamos a orar, antes de pedir, contemplemos al Padre y alabemos su nombre, su reinado y su voluntad, y despuĂ©s supliquemos. Supliquemos los dones que necesitamos para seguir alabĂĄndole: el pan que es nuestro, de todos, nunca mĂo y sin el cual no hay hijos; el perdĂłn, que Dios nos da segĂșn nosotros seamos capaces de perdonar, y sin el cual no somos capaces de perdonar, y sin el cual no somos hermanos, el no caer en la tentaciĂłn, sino vernos libres del mal y del Malo que nos acecha. Esta mĂnima reflexiĂłn nos lleva a pensar que las siete sĂșplicas del Padrenuestro son antropocĂ©ntricas, pues todas ellas consideran los intereses del hombre, ya que es el hombre el que tiene necesidad de que sea santificado el nombre de Dios, de que venga su reino y se cumpla su voluntad, pues solo asĂ se realizarĂĄ el proyecto salvador que Dios nos ha confi ado. Y solo asĂ construiremos una sociedad de hermanos'.