En el inicio del prólogo al De veritate, Anselmo plantea que compuso tres tratados pertinentes para el estudio de las Sagradas Escrituras:
el ya mencionado sobre la verdad, el de la libertad del albedrío y el de la caída del demonio. Estos escritos no se pueden entender como textos de exégesis bíblica; en efecto, no fueron concebidos como comentarios, ni como escritos orientados a la aclaración o a la exposición de ciertos temas transversales a los diferentes libros que los componen.
Sin embargo, si se tienen en cuenta los problemas principales que pretenden abordar, se puede ver la conexión entre su ámbito de indagación y el tipo de estudio que proponen. El De veritate plantea su pregunta básica a partir de dos puntos de partida: por un lado, la creencia cristiana de que Dios es la verdad.
Muy probablemente Anselmo apoya esta proposición en el Evangelio de san Juan (14, 6), en el que el Dios hombre afirma de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". Pero, por otro lado, desde el lenguaje corriente se dice que la verdad está en muchas cosas.
En efecto, cuando un pensamiento o una opinión son válidos, se dice que "hay verdad en éste o en ésta". Igualmente, se habla de múltiples cosas que resultan verdaderas, por ejemplo, lo que se dice de la voluntad o de la persona que se mantiene en su palabra en el sentido de que es un "verdadero amigo".