«Yo era cartero en Sevilla. Cuando se levantĂł Queipo de Llano, fueron a mi casa y me preguntaron: âÂżQuieres a España? âSĂ âcontestĂ©. âPues venga âme dijeronâ, que te estĂĄ esperando en la cama y en camisĂłn. Y de esa manera tan sencilla me vi en un camiĂłn y con un fusil en la mano».
El autor ahonda en aspectos poco estudiados como el de la lealtad geogrĂĄfica y las familias divididas entre los dos bandos, la frecuente comunicaciĂłn a travĂ©s de las trincheras, la importancia de las canciones, en ocasiones, cantadas juntos. Es la curiosa crĂłnica de los frecuentes intercambios de todo tipo y de las actividades en comĂșn con el enemigo: comidas o favores desafiando a los jefes.
Este libro tambiĂ©n nos ofrece un decĂĄlogo del combatiente, a modo de guĂa para la supervivencia, teniendo en cuenta que, en muchos casos, el enemigo estaba en el propio bando, como ocurrĂa con distintas facciones e ideologĂas. Por si fuera poco, todos los combatientes tuvieron enemigos comunes y terribles, como las enfermedades, las plagas, el frĂo, el hambre o todo tipo de incomodidades. Una obra necesaria para desmitificar aspectos de la guerra presentados como Ă©picos sin serlo y para desvelar otros, ocultos, asĂ como las conductas positivas y elogiables en medio de la sinrazĂłn y sin distinguir bandos.