La historia de la lectura está plagada de sobredosis: san Pablo, don Quijote, sor Juana, Emma Bovary, Adolf Hitler. He reunido decenas de casos en un cuaderno que no verteré aquà exhaustivamente para evitar que este ensayo se convierta en un gabinete de curiosidades. Quiero, como todos los que venimos siguiendo los pasos de Montaigne, darme a entender a mà mismo —el ensayo como acto de narcisismo canÃbal—. ¿Por qué aspiro a leerlo todo? Aquà busco una respuesta que tal vez sirva de espejo para otros lectores insaciables, compulsivos.