La historiografía no ha interrogado aún a esa Popayán que mientras consagraba el gran mausoleo iniciaba simultáneamente, a principios del siglo XX, su ensanche más allá de la aldea colonial. Esta expansión corrió paralela a la progresiva implementación de algunos equipamientos modernos, promovidos por ciertas dinámicas institucionales, en materia de educación, obras públicas, salud e higiene, en la región y en la localidad. Tal realidad incidió en la expansión no solo física, sino social, de la patrimonial ciudad. Es en este marco en el que el barrio adquiere relevancia para enfocar la dimensión urbana de Popayán en el último siglo. Barrios para empleados que podían garantizar el pago de su vivienda, pero también barrios populares que encontrarían en las prácticas ancestrales de trabajo comunitario una poderosa herramienta para concretar sus proyectos de vivienda. Un testimonio memorable lo constituyó la minga de 1948, que unió en la misma causa a todos los habitantes de Popayán sin distingos de procedencia, condición social, oficio o edad. La recurrente percepción de Popayán como ciudad tradicional impidió observar, desde mediados de siglo, algunos signos de movilidad, tales como el influjo creciente de la Universidad del Cauca en la formación de profesionales y en la ampliación de referentes culturales y espacios de intercambio y la apropiación por parte de algunos sectores, especialmente en los barrios populares, de sus derechos sociales y políticos, los cuales defendían, entre otros medios, a través del uso de la radio y la prensa escrita.