Claudia Perlo cita autores objetados o directamente ignorados en la comunidad científica, toma ideas de diferentes saberes y las hace propias, las usa como metáfora, las entremezcla para expresarse en una prosa clara donde el origen disciplinar pierde el sentido para converger en un río que corre, que cambia, que no busca llegar sino moverse.
Plantea a la investigación científica como un conocimiento que debe circular, saltando de disciplina en disciplina, saliéndose de los laboratorios y de las oficinas para entremezclarse, ensuciarse las manos y dialogando encontrar respuestas creativas a los problemas sociales que hoy tenemos en la puerta de nuestros institutos.
Hacer ciencia en el siglo XXI me fue atrapando y me dejé llevar. Dejé de cuestionar para empezar a aprehender, para modificarme, para correrme de la lógica de la disputa en la que nos formamos en nuestro sistema científico y comenzar a avanzar en la lógica del diálogo, sin tratar de forzar convicciones.
No sé si coincido con todos los argumentos de la autora, pero si sé que la lectura de su libro me cambió, me potenció, me dio nuevas herramientas para pensar y pensarme, para encontrar nuevos rumbos que me saquen del lugar de encierro al que de a ratos me lleva esta carrera científica que ya no quiero correr más.