Casi artista constituye sin duda alguna uno de los mejores ejemplos de una perfecta adecuación de la tensión narrativa. Aquí Emilia Pardo Bazán muestra el menosprecio y el desdén que sufre la mujer.
En Casi artista Dolores es abandonada por su marido que cobardemente se marcha a Buenos Aires. Así queda en la miseria y con dos bocas que mantener. Dolores se acuerda de que en su juventud fue aprendiza de un taller de costura. Decide coger nuevamente el dedal y la aguja y lleva adelante su casa con todos los sacrificios que sean necesarios.
La suerte parece sonreírle, y ahora dirige su propio taller, con una numerosa y selecta clientela, conseguida a base de discreción y laboriosidad. Sin embargo, su marido regresa. Mortifica nuevamente a Dolores con sus borracheras y malos tratos y destroza la prosperidad que con tanto trabajo se ha ganado.