Hacia 1808, justo antes de las convulsiones de la monarquía española, el peso fuerte con el busto de Carlos IV y poco después, con el de Fernando VII, circulaba con gran asiduidad en mercados americanos, asiáticos y europeos. La Real Casa de Moneda de México era un bastión ejemplar de creación de moneda y producía numerario en la Nueva España bajo principios establecidos por un poder central: la corona española. En contraste, hacia 1824, un naciente congreso federal había permitido que la administración de casas de moneda y emisión de pesos plata recayesen en los gobiernos de provincia. La fabricación de pesos fuertes había transitado de la potestad del rey de España a la de distintos grupos de poder en el México independiente. Más aún, la efigie del rey había sido reemplazada por nuevas alegorías de soberanía y legitimidad, a saber, el águila mexicana y el gorro frigio de la libertad. Durante la coyuntura bélica de independencia se gestaron cambios profundos en la amonedación de la Nueva España, así, el libro analiza, ¿qué ocurrió con la acuñación, circulación y uso de la moneda en la transición de virreinato a nación independiente?, ¿cuáles fueron las herencias y rupturas que el peso de águila republicana tuvo con respecto a su antecesor afamado, el real de a ocho? Ello bajo una visión de conjunto en torno a la construcción de nuevos arreglos monetarios que permanecerían durante el México independiente. Dichos arreglos fueron diversos, pero el libro se centra en el estudio de cuatro principales, mismos que integran la arquitectura de los capítulos: la multiplicación de centros de amonedación, la inclusión de una moneda republicana de cobre en las acuñaciones regulares, el arrendamiento de casas de moneda por el capital británico y el impulso de los circuitos internacionales de exportación de la plata mexicana. El lector observará que las anteriores características se conjuntaron para instrumentar un sistema circulatorio propio para el México independiente, aunque sujeto a reveses y cambios constantes.