Algunos pequeños crecieron en grandes confiterĂas. Pero no todos saborearon aquella suerte. Hubo otros que brotaron de un sueño y para contrarrestar la profundidad de la noche sĂłlo traĂan un diminuto dulce en el paladar. Sus pequeñas lenguas se detenĂan a mitad del miedo y la noche ganĂł la batalla infinidad de veces. A la larga la saliva acrecentĂł la espesura en sus bocas y lo peor de todo era que estaba estancada. Gatatumba requerĂa desde entonces una pastilla que lubricara su boca pues ahĂ se ahogaba su alma.