En Generales y doctores (1920) Carlos Loveira relata los avatares de una generación que crece durante la guerra de Independencia cubana y, tras ella, vive la gestación de la República de Cuba.
Españoles integristas convertidos en hacendados y doctores, criollos que creen con fervor en el nacimiento de una nueva nación. Unas mujeres castas y otras voluptuosas, conviven en un mundo, que tras una guerra sangrienta, verá frustrados sus sueños. Generales y doctores es la historia de cómo el oportunismo, la ambición y la ingenuidad traicionaron los ideales de la emancipación cubana.
«…esos doctores que en su vida han curado ningún enfermo, ni defendido un solo pleito, y a cuenta del título todo se lo cogen en colaboración con los generales …que no han disparado un tiro».
La novela trata de un joven, Ignacio García, veterano de la Guerra de la Independencia. Tras ejercer su profesión durante diez años, se lanza a la política, indignado por las atrocidades del gobierno de Cuba, y por idealismo.
Fracasa; nadie le toma en serio; todos se burlan de él. Pero no pierde la esperanza, y resuelve que algún día volverá al Senado. Mientras tanto, educará a su hijo sanamente, evitando la pésima educación de los falsos e hipócritas doctores.
Según algunos críticos, Carlos Loveira es el escritor que temperamentalmente más se asemeja a Émile Zola en todo el continente americano. En efecto, escribe con una prosa alambicada, pero muy precisa en los matices y detalles que construyen el telón de fondo de este libro.
Prevalece, en paralelo, la continua defensa de sus postulados ideológicos. En sus obras la humanidad más castigada se mezcla con el rencor y con la angustia.
Generales y doctores es la historia de cómo el oportunismo, la ambición y la ingenuidad traicionaron los ideales republicanos de la emancipación cubana.