Cory sabía que Max Hunter era un hombre poderoso. Su última secretaria había dicho que era un jefe excepcional, pero Cory pronto descubrió que era único. Sólo podía haber un hombre en el mundo tan sexy, tan dinámico, tan...¡irresistible!
Cory estaba decidida a concentrarse en su trabajo, y no en el imponente atractivo físico de Max. Después de todo, ella estaba enamorada de otro hombre.
Un hombre que Max inmediatamente decidió que no era lo bastante bueno para ella, y la manera más sencilla de convencer a Cory de su error fue mantenerla prisionera…