La realidad no existe, siempre depende del cristal con que se mira. A nuestro alrededor, en nuestra historia familiar y en nuestro interior suceden acontecimientos importantes sin parar, pero con frecuencia no los vemos ni llegamos a apreciar su importancia ni su influencia en nuestras vidas porque nos pasamos el tiempo corriendo, sin saber muy bien hacia dónde vamos ni de dónde venimos. Vera necesitó parar, o, mejor dicho, que la parasen para reencontrarse con su misterioso pasado familiar y permitirse a sí misma abrirse a la incertidumbre de lo desconocido. Empezar a hacerse preguntas sobre el bien, el mal y la magia, escuchar posibles respuestas, cuestionar certezas, frenar la cabeza e insuflar el corazón. Solo así consigue descifrar enigmas familiares y entender de dónde viene, quién es y dónde quiere estar. Soñamos con cambiar el mundo cuando el gran triunfo continúa siendo entendernos, aceptarnos y transformarnos a nosotros mismos y a nosotras mismas.