Una adolescencia robada por el nazismo. Así es como podría resumirse la adolescencia de Nicolas Rosenthal, que debió exiliarse de los suyos en 1938, fue aprendiz antes de cumplir los 15 años y cruzó clandestinamente la línea de demarcación en julio de 1942. El diario que escribió en francés a partir de 1940, elección de ruptura con una patria de origen corrompida por el nacionalsocialismo, se dirige a sus padres, que paradójicamente no conocían esa lengua, como un puente espiritual que desafía a los verdugos. Sin duda, sus padres pudieron hojearlo y comentarlo con su hijo, deportado junto a ellos luego de un ida y vuelta trágico de apenas dos meses entre París, los campos de internamiento de la zona "libre" y el de Drancy. Manuscrito impresionante por la calidad descriptiva de una Francia por entonces todavía ampliamente rural, del mundo del trabajo y de los trámites legales en el París de la Ocupación, el Diario de Nicolas Rosenthal es más que eso. Sus cualidades literarias y las resonancias de un corazón estremecido lo convierten en uno de los grandes textos de introspección escritos en carne viva por los testigos de la Shoá.
Michel Lafitte