¿No tener una voluntad anticipada equivale a dar un permiso para no morir?
Cuando se habla de VA parece tenerse, grosso modo, dos tipos de «pacientes»: el
que vive un proceso de enfermedad —paciente en acto— y el que aún no está
enfermo —paciente en potencia—; y, dependiendo del grupo en el que se esté, la
anticipación del final de la vida presenta dificultades que son de necesario
reconocimiento. Todo esto va de la mano de un tema protagónico en el encuentro
clínico hoy: la capacidad. En este libro intento señalar la precaución que debe
acompañar el proceso que termina con la firma de un documento de voluntad
anticipada, y que la capacidad de la que tanto se habla en el encuentro clínico no es
un punto de partida en el proceso de toma de decisiones, sino un punto de llegada que
implica un rol activo y pedagógico por parte del clínico.