Mucho tiempo ha vivĂan dos jĂłvenes esposos en lugar muy apartado y rĂșstico. TenĂan una hija y ambos la amaban de todo corazĂłn. No dirĂ© los nombres de marido y mujer, que ya cayeron en olvido, pero dirĂ© que el sitio en que vivĂan se llamaba Matsuyama, en la provincia de Echigo.
Hubo de acontecer, cuando la niña era aĂșn muy pequeñita, que el padre se vio obligado a ir a la gran ciudad, capital del Imperio. Como era tan lejos, ni la madre ni la niña podĂan acompañarle, y Ă©l se fue solo, despidiĂ©ndose de ellas y prometiendo traerles, a la vuelta, muy lindos regalos.
La madre no habĂa ido nunca mĂĄs allĂĄ de la cercana aldea, y asĂ no podĂa desechar cierto temor al considerar que su marido emprendĂa tan largo viaje; pero al mismo tiempo sentĂa orgullosa satisfacciĂłn de que fuese Ă©l, por todos aquellos contornos, el primer hombre que iba a la rica ciudad, donde el rey y los magnates habitaban, y donde habĂa que ver tantos primores y maravillas.
En fin, cuando supo la mujer que volvĂa su marido, vistiĂł a la niña de gala, lo mejor que pudo, y ella se vistiĂł un precioso traje azul que sabĂa que a Ă©l le gustaba en extremo.
No atino a encarecer el contento de esta buena mujer cuando vio al marido volver a casa sano y salvo. La chiquitina daba palmadas y sonreĂa con deleite al ver los juguetes que su padre le trajo. Y Ă©l no se hartaba de contar las cosas extraordinarias que habĂa visto, durante la peregrinaciĂłn, y en la capital misma.