Hola, ¿qué tal? Prometo que seré breve.
SĂ© que este es el primer contacto con el libro, una suerte de carta de presentaciĂłn del mismo. ÂżCuĂĄl es la primera impresiĂłn que quiero causar? ÂżLe harĂĄ justicia al venidero material que pretendo ofrecerles? O mĂĄs bien deberĂa preguntarme, Âżpor quĂ© ustedes, queridĂsimos lectores, deberĂan invertir su valioso tiempo leyĂ©ndome y mĂĄs este prefacio en concreto? Porque tenĂa la ferviente, no, imperiosa necesidad de hacerlo. Si ustedes quieren o no leerlo, es un derecho suyo mĂĄs que vĂĄlido en una sociedad democrĂĄtica como esta.
(âŠ)
Y es que hay un pequeño detalle que parece ser omitido por casi todo el mundo: detrĂĄs de todas las historias que consumimos diariamente, existen personas, gente como tĂș o como yo, la cual padece los mismos problemas internos que el resto y que siente emociones como todos los demĂĄs.
Pero como verĂĄs si te adentras mĂĄs en este libro, sĂ© que las personas no somos mĂĄs que animales, animales con consciencia, animales que se sienten superiores a sus semejantes por cubrir su desnudez con ropa y no con pelo. Y como animales que somos, vivimos en un mundo regido por la ley del mĂĄs fuerte, donde puedes ser devorado al mĂĄs mĂnimo descuido. QuizĂĄ tengamos coches y los ĂĄrboles fueron remplazados por el concreto, pero en el fondo seguimos siendo las mismas bestias.
AsĂ que ahora me queda a mĂ afrontar ese cruel mundo, el mundo de todas las profesiones serias, esa invisible y abstracta mĂĄquina moledora de carne. Si este libro logra a ser algo mĂĄs que un simple archivo en el infinito rĂo de la informaciĂłn contemporĂĄnea, sabrĂ© que hice algo bien en mi vida. Si no, ya saben, nada mĂĄs soy otra cebra vĂctima de las garras de un leĂłn hambriento.
Disfrute los cuentos, besitos.