Después de un largo viaje o de un agobiante día de trabajo, nada se agradece más que volver a casa, sobre todo si está tranquila y ordenada. Allí, en la paz del hogar, nos encontramos seguros y podemos recibir las visitas de los amigos.
En la vida espiritual ocurre igual. Cuando Jesús invitaba a sus discípulos a ver dónde vivía, con frecuencia los llevaba a un lugar tranquilo en el que podían descansar; también Él recurría muchas veces a la soledad para descansar con su Padre.
Este libro, mediante unos sencillos ejercicios, nos invita a hacer ese itinerario de descubrimiento que nos mostrará caminos para cuidar el propio mundo interior y encontrarnos en él como en nuestra propia casa. Nos invita a encontrar un hogar en la amorosa relación con Dios, como hizo Jesús, y con ello a encontrar en nosotros mismos paz, hogar y seguridad para, al mismo tiempo, volver a descubrir y configurar nuestra dignidad como quien está inmerso en la vida de Dios.