En Laboratorio de sombras narradores y personajes son mĂ©dicos o pacientes con enfermedades extrañas para las cuales la extracciĂłn de sangre es un mĂ©todo imprescindible. Si ese hilo de sangre, vampĂrico, no es a la vez hilo conductor de los cuentos, lo serĂĄ la luz, siempre escasa, ante la oscuridad casi absoluta. Y el lector sentirĂĄ esa tensiĂłn, la rigidez del cuerpo que espera avanzar para saber quĂ© va a suceder, quiĂ©n va a morir, quiĂ©n desde la muerte, va a encargar una sombra para regresar a la vida.
Cada relato nos detiene en un suspenso que no prescinde del humor y que, como un suero, espira pequeñĂsimas dosis de alivio hasta el final.
Desde el primer renglĂłn, en los textos de Paula Marrafini algo severo estĂĄ por suceder. Siempre algo siniestro ocurrirĂĄ en los ambientes sin luz, abandonados, hĂșmedos, sangrientos y habitados por gatos o por la muerte. O donde hay hambre. Hambre de sangre. Hambre de ira. Hambre de rabia. Y alguien que quiere, literal o simbĂłlicamente morder y contagiar.